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Evitar decir o recibir un “no” es un juego de esquivar la realidad relacionada a la negatividad que le ha sido sembrada a esa palabra, cuando esto podría convertirse en una oportunidad de procesar mejor muchas situaciones

A lo largo de nuestras vidas vamos acumulando vivencias, estas nos van formando, generando nuestro estilo y forma de ser, las circunstancias que se van presentando, y que son propias del día a día también van moldeando la forma en la que procedemos de acuerdo a las ideas que se nos van arraigando, por educación o empíricamente, un reflejo de ello son el accionar o el reaccionar, un detonante son las palabras, de todas hay una en especial a la que nos referiremos hoy y es la palabra “no”.

En el proceso que iniciamos en nuestra comunicación se incluyen el esbozo de sonidos simples, el desarrollo natural nos lleva a articular nuestras primeras sílabas, después nuestras primeras palabras que se relacionan a personas, cosas o situaciones con las que más se conviven, después se presentan las vivencias que van relacionando acciones o reacciones a las palabras.

Es en esta parte de la vida en la que se nos empieza a presentar la palabra “no, por lo general relacionada a una situación negativa, de advertencia o desaprobación, de llamada de atención o invitación a no equivocarse, esta asociación viene acompañada de las actitudes de quienes van dando forma la visión de vida como educadores o formadores, en casa, en la escuela o en la socialización diaria.

Entonces un “no” se va convirtiendo en la palabra que no se quiere escuchar, pero que también se espera evitar decir. Incluso hay un juego cuyo objetivo para lograr el triunfo es evitar, viene a colación incluso canciones que se han vuelto populares que refieren situaciones de esta índole. Estas referencias se hacen para consultar, ¿sabe decir o aceptar un no?

A la mayoría de las personas, me referiré al ámbito que incluye a nuestro país, se le dificulta emitir una negativa, decir no, pero peor aún es lo complicado que resulta aceptar un no como respuesta. Piense un poco en una situación en la que realmente se ha querido negar, pero piensa más en la reacción de los demás que en la acción de decir no y cumplir con su deseo original.

A esto sumemos que es alto el porcentaje de personas que prefieren ser receptores de una mentira o la dilación de una situación antes que un no por respuesta de aquellos con los que se interactúa. Entonces hay quienes empiezan a trabajar en maneras de decir “no” sin decirlo, también hay quienes prefieren que les digan “no” sin que se los digan.

Evitar decir o recibir un “no” es un juego de esquivar la realidad relacionada a la negatividad que le ha sido sembrada a esa palabra, cuando esto podría convertirse en una oportunidad de procesar mejor muchas situaciones que se van presentando y que si no se procesan adecuadamente se van acumulando y generando una carga que se arrastra y conforme pasa el tiempo se vuelve más pesada, decir o aceptar un “no” puede aligerar todo, tal y como es la vida misma.

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