La mayoría de casas en Acapulco, tienen al menos una en algún lugar destinado al descanso o esparcimiento; es mundialmente conocida y puso el nombre de Acapulco como una marca mucho antes de que los estrategas turísticos la crearan. La silla Acapulco es un ícono mundial, y en donde veamos una, no podemos evitar pensar en estar a la orilla del mar, con un coco en la mano, entregados totalmente al descanso.
Pero la historia del nacimiento de la silla Acapulco, parte de un origen altruista e inesperado; en 1955 la única escuela dedicada a atender a niños con capacidades especiales, estaba en quiebra, y una de las maestras, en afán de ayudar a la institución, pidió ayuda a su esposo, José Cortés, que le ayudara a idear algo que pudiera evitar que la escuela se cerrara.
Don José Cortés, tratando de apoyar a su esposa, les contó a dos de sus mejores amigos, un albañil y un panadero, la necesidad de obtener fondos que evitaran el cierre de la escuela; y ahí, es en donde el panadero, les comparte la idea de hacer una silla que semejara los canastos de pan tejidos con henequén que se utilizaban para transportar el pan en la cabeza.
La idea entusiasmó a los tres amigos, que hicieron diversos bocetos en papel, consiguieron pedazos de fierro y crearon una silla rudimentaria que forraron con cuerdas de henequén, este primer modelo fue bien recibido por pescadores, pues tenía la altura ideal para estar sentados limpiando pescado, siendo ellos sus primeros clientes, y gracias a ellos, fue que la escuela pudo continuar con sus labores.
Al ver el éxito y aceptación que tenía la silla, continuaron produciendo más sillas, hasta que en 1961, en plena época de oro y gloria de Acapulco, se lleva a cabo la Reseña Mundial de Cinematografía, en la que estrellas de Hollywood invadieron los rincones de aquel Acapulco paradisíaco que les brindaba paz, naturaleza y diversión.
Elizabeth Taylor, en esos años se preparaba para filmar Cleopatra, estaba en ese entonces en la meca del cine internacional, era una de las mujeres más hermosas y reconocidas, y también, era una visitante regular en el puerto, que al ver las sillas en las playas, se interesó y fue hasta el taller de los creadores de la silla para proponerles hacerla más anatómica, cómoda y más bonita.
Don José Cortés aceptó el reto de darle a Elizabeth Taylor, la silla Acapulco deseada, y fue entonces cuando el ícono mundial surgió; Taylor se llevó 250 sillas para adornar sus casas en Estados Unidos, y el furor por la silla Acapulco empezó a permear en las altas esferas del cine de Hollywood y las clases altas del país vecino, haciendo que el éxito de este mueble fuera rotundo.
En el año 2000, don José Cortés recibe el reconocimiento como creador de la silla Acapulco de manera formal, negocio que su familia aún continúa, pero ya de manera masiva, pues las sillas se comercializan a nivel mundial y hasta en plataformas comerciales como Amazon; hoy en día, los modelos de la silla Acapulco han variado, los materiales han evolucionado, pero sin duda, siguen y seguirán llevando el nombre de Acapulco a los rincones más recónditos del mundo.
Por: Diana Carolina Cobo Ochoa