PARÍS.- Como lo establece la tradición, la reina Isabel de Inglaterra abrió ayer con gran pompa la sesión del Parlamento de Gran Bretaña. Una auténtica procesión la llevó desde el Palacio de Buckingham hasta Westminster. Viajó en su carroza dorada, escoltada por la guardia en uniforme de gala. Como siempre, los londinenses la observaron con admiración. Esta vez, además, todos se formulaban una misma pregunta: ¿su majestad está o no a favor del Brexit (El Reino Unido celebrará un referendo el 23 de junio para decidir si dejará la Unión Europea, un proceso al que con frecuencia se llama Brexit.)?
Cada año para esta misma época, todos los símbolos dinásticos se instalan en la Cámara de los Comunes. Solo ese día pueden reunirse en un mismo recinto la Cámara de los Lores, de los Comunes y la soberana. Todos asisten a escuchar su discurso de inauguración. Pues, si bien en la práctica Gran Bretaña es una democracia, la tradición establece que los parlamentos, en teoría, solo existen por exclusiva voluntad de la monarca.
Se trata de un discurso importante. Ella lee, en realidad, el programa de gobierno que ejecutará su primer ministro, responsable de la redacción del texto. Y aun cuando la neutralidad política de la soberana es absoluta, todas las grandes cuestiones son evocadas.
Ayer, el programa gubernamental anunciado por la reina incluyó 20 proyectos de ley que van desde la organización de la policía de Gales a la intención de suministrar Internet de banda ancha a todos los hogares del reino, sin olvidar las ambiciones internacionales del gobierno del primer ministro conservador David Cameron. Sobre ese tema, Isabel II declaró: “Mi gobierno continuará trabajando para resolver el conflicto de Ucrania, jugará un papel mayor en la campaña contra Estado Islámico (EI) y apoyará los esfuerzos internacionales para alcanzar la paz en Siria”.
Sin embargo, cuando llegó el momento de referirse al Brexit, la soberana se mantuvo francamente evasiva: “Mi gobierno organizará un referéndum sobre la pertenencia a la Unión Europea (UE)”, dijo. Sin más. Ningún comentario.
Cuando faltan poco más de cuatro semanas para la realización del referéndum que decidirá si Gran Bretaña se queda o no en la EU -y porque el proyecto ha provocado graves enfrentamientos entre importantes figuras de su partido-, Cameron hizo ayer todos los esfuerzos para demostrar que, además de hacer campaña contra el Brexit, también tiene un sólido programa de gobierno.
El premier se vio ayer alentado por los resultados de una nueva encuesta realizada por el instituto Ipsos Mori, según la cual el 55% de los británicos votarán por quedarse en la UE, contra el 37% a favor del Brexit. Se trata del resultado más importante por la permanencia de los últimos tres meses.
Pero el objetivo de Cameron -y su carrera política- podría recibir un golpe mortal si se confirmara que Isabel está absolutamente a favor del Brexit, como lo afirmó en marzo el periódico sensacionalista The Sun.
Escrito por el editor político del periódico, Tom Newton Dunn, que mencionó “dos fuentes políticas de primer orden”, el editorial provocó el efecto de una bomba. También fue desmentido de inmediato por el Palacio de Buckingham, que lo calificó de “absurdo”. “La reina es políticamente neutral, como lo ha sido durante estos 63 años”, precisó un vocero.
No obstante, el director del diario en inglés más vendido del mundo insistió ayer en que “está profundamente convencido” de que la soberana británica “quiere dejar la UE”. “Sabíamos mucho más de lo que publicamos. Nuestras fuentes eran tan impecables que no podíamos hacer otra cosa”, agregó Tony Gallagher.
Para los partidarios de la permanencia -y aunque probablemente la verdad no se sepa jamás-, la simple duda llevará a varios miles de súbditos de la soberana a votar por la salida.
Pero que nadie cuente con la reina para develar la incógnita. Ayer, poco después de su última frase, Isabel II se levantó, imitada por la asamblea, y el solemne cortejo se puso en marcha en silencio con la satisfacción del deber cumplido: los grandes temas fueron evocados, la neutralidad mantenida, el país gobernado conforme a la tradición, mientras el resto del mundo, por su parte, seguirá suspendido al resultado del referéndum del próximo 23 de junio.
Vía La Nación