Hollywood todavía no lo entiende y las actrices siguen ganando menos que sus pares masculinos por roles de igual importancia.
Kevin Spacey y Robin Wright interpretan a Frank y Claire Underwood, el ambicioso y manipulador matrimonio de la exitosísima serie House of Cards. A pesar de que los actores están en igualdad de condiciones en la pantalla, en la realidad las cosas son diferentes.
Durante una charla en la Fundación Rockefeller, Wright explicó que tuvo que amenazar a los organizadores del show para que le dieran el mismo trato monetario que a su coprotagonista. Para 2014, Kevin Spacey ganaba 500 mil dólares por episodio, mientras que Wright recibía 420 mil.
Sigue siendo mucho dinero, más del que muchas personas van a ganar en sus vidas, pero esa no es la cuestión. El problema, para Wright, era recibir menos que un hombre por el mismo trabajo. Por el mero hecho de ser mujer.
“Dije que quería que me pagaran lo mismo que a Kevin”, dijo la actriz. “Era el paradigma perfecto, hay muy pocas películas o series de TV donde el hombre, el patriarca, y la matriarca son iguales. Y ambos están en House of Cards”.
“Miré las estadísticas y vi que Claire Underwood fue más popular que Frank por un tiempo. Así que lo capitalicé. Les dije que era mejor que me pagaran o iba a hacer pública la situación. Y así lo hicieron”.
Los comentarios de la actriz son solo otra muestra de un problema endémico en la industria del entretenimiento. Lo bueno es que ahora ellas están alzando sus voces cada vez más, para denunciar una desigualdad salarial (el tan famoso “wage gap”) que, a veces, llega a extremos ridículos.
Como el caso de Gillian Anderson, que no solo tuvo que pelear durante las primeras tres temporadas de The X Files para que le pagaran lo mismo que a David Duchovny, sino que el estudio quería que ella siempre estuviera unos pasos atrás de su compañero, nunca lado a lado.
Parece que Hollywood se olvidó de que, así como no hay Mulder sin Scully, sin Claire no hay Frank Underwood que valga.