En el transcurso de los años ha habido un gran avance en materia jurídica, económica, social e institucional, sin embargo, nuestro país tiene muchos retos. Diariamente estamos expuestos a actos de violencia e inseguridad, corrupción e impunidad.
Uno de los principales retos son los feminicidios. Se registraron más de mil feminicidios en 2021, el número más grande desde que los casos se empezaron a contabilizar; 10 mujeres son asesinadas cada día (INEGI, 2021).
Por otro lado, tenemos la prevalencia del clasismo, racismo y desigualdad. De acuerdo con la OXFAM, México está dentro del 25% de países con mayor desigualdad en el mundo; alrededor del 43% de la sociedad está en situación de pobreza; 1% de los mexicanos concentra el 43% de la riqueza del país; 5 de cada 10 personas son discriminadas por su color de piel; México ocupa el último lugar con igualdad de género en el ámbito laboral (El economista, 2021).
Miles de personas no tienen acceso a sistemas de justicia eficientes; 94.8% de los delitos quedan impunes (México Evalúa, 2021); y el país está estancado en el progreso hacia un Estado de Derecho robusto y cultura de la legalidad (The WJP, 2021).
Lamentablemente, la participación de la ciudadanía, especialmente de los jóvenes, es muy baja. Al observar los porcentajes de participación en las elecciones presidenciales de 2018 vemos que de 89.3 millones de electores, sólo participó 61.3%, apenas un 11% más de la mitad de la ciudadanía. Quienes tuvieron mayor participación fueron las personas de entre 60 y 74 años, pero ese grupo de la población solamente representa 14% de los electores.
Los jóvenes representan 33% del electorado y son quienes muestran más apatía. De acuerdo con el INE, 16 millones de los 29.7 millones de jóvenes registrados en el padrón electoral salieron a ejercer su derecho al voto. No hemos aprendido que si queremos cambiar el rumbo necesitamos participar.
Estamos acostumbrados a escuchar que es mejor no hablar de política, que es algo difícil de entender y que nuestra voz no hace ninguna diferencia, pero, al contrario, si queremos que las cosas sean diferentes entonces tenemos que actuar. Salir a votar para elegir a nuestros representantes es muy importante, pero no podemos conformarnos con eso, necesitamos exigir que quienes ocupen los puestos de elección cumplan con las promesas que los llevaron ocupar un escaño, curul o cualquier posición.
Exigir que haya rendición de cuentas es un mecanismo para presionar a los representantes a hacer su trabajo, de lo contrario, facilitamos su omisión hacia el deber público. Así entonces, tenemos que participar y para ello debemos estar informados, organizarnos con otros individuos y definir claramente lo que queremos lograr. Sin importar el área en que nos desarrollamos, las decisiones que toman nuestros dirigentes nos afectan igual. Es momento de que todos y todas seamos conscientes de que nuestra voz importa y tomemos acción. Solamente con participación ciudadana es posible lograr un cambio.
Emma Fernanda Borrayo Montaño / Coordinadora Nacional de Empoderamiento de la Mujer en Juventud Real