Luz María Mondragón
Cuando sopla el viento de la desgracia todo puede suceder. La creciente inseguridad pública, la violencia, la furia de la naturaleza, los conflictos armados, obligan a miles de mexicanas y mexicanos a dejar hogar, trabajo, pertenencias, paz, su mundo, y a vivir en desplazamiento forzado interno. Lo pierden todo, hasta los sueños. El miedo, la soledad, las carencias, los riesgos, un futuro incierto, son las certezas que los acompañan. Años esperando amparo.
La LXIV Legislatura de la Cámara de Diputados, por primera vez en la historia, reconoció este drama social. El 29 de septiembre de 2020 aprobó la Ley General para Prevenir, Atender y Reparar Integralmente el Desplazamiento Forzado Interno. Es el marco jurídico garante de los derechos humanos de las personas en esta situación de vulnerabilidad.
Sin embargo, tras casi dos años, el Senado de la Republica no ha avalado esta histórica ley, aprobada por las y los diputados.
La ley que esperó medio siglo
Desde 1972 comenzaron los primeros relatos del drama social. Niñas, niños, mujeres, hombres obligados a vivir en desplazamiento forzado interno. Huyen para salvar vida, libertad, integridad física y psicológica.
El tiempo voló, el problema creció y se transformó en un fenómeno social que ha cobrado importancia por su magnitud.
En septiembre de 2020, en una acción alineada a diferentes marcos internacionales, como la Declaración de Cartagena sobre los Refugiados, los Principios Rectores del Desplazamiento Interno del Sistema de la Organización de Naciones Unidas; asi como los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales (DESCA) de las víctimas, las y los diputados aprobaron la nueva ley.
Visibiliza el problema y garantiza medidas de asistencia humanitaria en cualquier evento de desplazamiento. Abre la puerta a que las víctimas accedan a alimentos, cobijo, vivienda, vestido, asistencia médica y psicológica, reposición de documentos y acceso a la justicia.
La desintegración familiar, la pérdida patrimonial, la falta de oportunidades laborales, el abandono a una educación sistemática, la afectación de derechos humanos fundamentales (alimentación, vivienda y salud), así como la ruptura de lazos sociales con sus comunidades de origen y el quiebre del arraigo cultural son algunas de las consecuencias que causa el desplazamiento forzado interno.
Los estados líderes en desplazamiento forzado interno son Guerrero, Sinaloa, Oaxaca, Chiapas y Michoacán. No obstante, en casi todas las entidades se está presentando este fenómeno social.
Claves de la nueva ley
Los puntos principales de la Ley General para Prevenir, Atender y Reparar Integralmente el Desplazamiento Forzado Interno, son:
- La creación del Registro Nacional de Desplazados. No hay datos precisos, se estima que cerca de 500 mil personas viven en desplazamiento forzado interno.
- El establecimiento del Programa Nacional para Prevenir, Atender y Reparar Integralmente el Desplazamiento Forzado Interno, que será elaborado por la Secretaría de Gobernación con la participación y aprobación de los comités integrantes de un mecanismo nacional.
- La creación del Fondo Nacional para la Atención del Desplazamiento Interno.
- Establecer el Mecanismo Nacional para prevenir y atender el éxodo de miles de mexicanos obligados a dejar su hogar por la inseguridad, la violencia y los desastres naturales.
Recientemente la Comisión Permanente (en un punto de acuerdo) solicitó al gobierno federal un diagnóstico sobre este drama social.
Mientras tanto, organizaciones de desplazados insisten en que el gobierno federal reconozca esta crisis humanitaria y atienda de manera integral el problema. El primer paso es el avance de la ley porque es indispensable para comenzar a resarcir los profundos impactos a la vida de las víctimas de desplazamiento forzado interno.
La falta de un marco legal obstaculiza los mecanismos de atención. La omisión en la protección de los derechos de las familias desplazadas es ejemplo de la urgencia de atender la problemática.
¿En qué viento llegó la desgracia?, el día que se vieron obligados a huir para salvar la vida, perdiéndolo todo. Desde entonces, las y los desplazados buscan alivio a su dolor.
Foto: Barbara Zandoval