Era miércoles por la mañana en Casa Guerrero, la residencia oficial del Gobierno Estatal; el gobernador Héctor Astudillo salió a prisa por los pasillos después de haber culminado la reunión de seguridad que durante 6 años realizó diariamente.
Sesiones de trabajo que iniciaron con el entonces denominado Grupo de Coordinación Guerrero durante el segundo periodo del sexenio del presidente Enrique Peña Nieto y que durante el mandato del presidente López Obrador transicionaron de nombre a “Mesa de Coordinación Estatal para la Construcción de la Paz” pero conservando la misma dinámica.
Se encaminó a la salida por la puerta 3. Los pasillos como desde hace seis años lucían impecables, contrario a cómo fue recibida Casa Guerrero en 2015 después de haber estado abierto al público.
El equipo de trabajo se miraba preguntándose ¿por qué la prisa? hasta que se cayó en cuenta en una cosa que se daba por sentada debido a la costumbre: Héctor Astudillo es un hombre puntualísimo y se dirigía al siguiente evento de la agenda del día.
Astudillo Flores arribó al Colegio de Bachilleres Plantel 1 ubicado en la capital, tardó algunos instantes mientras efectuaba algunas llamadas. Descendió y avanzó con el aplomo que le caracteriza, caminó risueño y subió las escaleras para ingresar al plantel y encabezar la última entrega de escuelas de su mandato.
En un hecho inédito, entregó de manera simultánea 28 planteles educativos y administrativos de distintos niveles y de distintas regiones, incluido el que sirvió de sede del evento.
Sereno, pero dubitativo, escuchó con atención los discursos de los funcionarios que participaron explicando la magnitud de lo que se entregaba.
No existe precedente en Guerrero y habrá que averiguar si en otra entidad del país lo hay, HAF como se refieren al Gobernador de Guerrero algunos medios locales y nacionales de vez en vez, logró la cifra récord de 2,859 planteles atendidos, casi 3 mil escuelas, es decir, 1.3 escuelas ¡por día!.
Es su responsabilidad gobernar y hacerlo bien, no es ningún favor, dirán algunos; desde luego, podría responderles. Sin embargo, cada gobernante elige sus prioridades y sus propias batallas, hay quienes las libran y por el contrario hay quienes las evitan.
Héctor Astudillo encaró todas, no evadió ninguno de los retos que Guerrero, cual caja de Pandora alberga en su diario vivir.
La historia convulsa de Guerrero es amplia y oscura; de una oscuridad tal como la de la noche de Iguala en un funesto año 2014. Un estado difícil de cimbrar, al que sólo han podido tambalear el paso de desastres naturales de la magnitud del huracán “Pauline” en 1997 o de los sismos de 2017 y el más reciente en el 2021.
Guerrero es pues un estado de temperamento volátil pero no frágil, difícil de domar y de espíritu inquebrantable, con problemáticas y rezagos imposibles de ignorar o de evadir.
Históricamente pobre, esta entidad suriana recibió la administración 2015-2021 con esperanzas de progreso, con el anhelo de pacificación y en especial de gobernabilidad, una gobernabilidad que se tradujo en dependencias de gobierno funcionando, en dos procesos electorales impecables y ordenados durante su mandato.
Se recuperó y mantuvo la gobernabilidad, así fue durante poco más de 5 años y medio hasta que llegaron los recortes de recursos desde la Federación, el mismo orden de gobierno que efectuó los recortes a Guerrero acudió al rescate ¿casualidad o causalidad?
A pesar de todo Guerrero no convulsionó, la tempestad pasará como han pasado las peores tormentas. Una tempestad que por cierto ocurre cada seis años y en este estado casi con cualquier otra cosa, impetuosos e intempestivos, justamente como somos las y los guerrerenses.
Héctor Astudillo pasará a la historia junto a otros gobernadores, como uno que concluyó su sexenio, pero además como un hombre que no descansó, ordenado, como un gobernador serio, sin escándalos de índole personal y sin ellos excesos propios de los políticos de su generación pero no de su talante.
Será recordado como un hombre prudente, sereno pero con carácter lo suficientemente fuerte como para poner límites a grupos de presión y circunstancias que lo ameritaron.
Ya habrá quienes narren algunas de las cosas que se vivieron de cerca, en elaboradas líneas o en entretenidas anécdotas; lo primero no se los recomiendo, pues con él mismo dice “No soy tan romántico”, lo segundo seguramente será atinado pues es un hombre que disfruta una buena conversación.
De risa ligera, pero sin caer en lo aparatoso, divertido cuando se puede pero con compostura cuando se requiere, así fue Héctor Astudillo visto desde una óptica con un poco de distancia.
Como bien dicen, un caballero de la política guerrerense y como él mismo se denomina, un “guerrerense digno”.