“No solo es necesario vencer los miedos, sino cambiar los estereotipos de genero”
Karla Elizabéth
El “Síndrome del Impostor” es un padecimiento que produce incapacidad de crecer laboralmente, porque te hace dudar de tus propias capacidades, de poder ser competente o merecer alcanzar tus metas. Este síndrome afecta a ambos géneros, pero especialmente a las mujeres de todo tipo. Se dio a conocer por primera vez por las psicólogas Pauline Rose Clance y Suzanne Imes en 1978, de acuerdo con el estudio «The impostor phenomenon«, publicado en el International Journal of Behavioral Science, las mujeres son más propensas a padecerlo.
Uno de sus orígenes de este síndrome que afecte a las mujeres principalmente puede explicarse con la socialización de estereotipos de género. Cuando se tiene la concepción de una mujer exitosa interpela estos estereotipos sociales de género, cuestiona duramente su rol de madre y vida personal. Circunstancias que a los hombres no se les atribuye, ni les resta credito a sus existo, sino que por el contrario a los varones se les tiene a atribuir por nacimiento inteligencia, éxito, fuerza y credibilidad.
Las mujeres lamentablemente enmarcadas en una sociedad patriarcal, tendemos a atribuir nuestros triunfos a elementos externos o bien a demeritarlos de valor o a la suerte, no a reconocer nuestros esfuerzos, disciplina y pasión por nuestro sueños. En la gramática de nuestros emociones se confronta contra los estereotipos sociales, del papel que representa para una sociedad una mujer exitosa y de buen corazón, que solo las limita a las labores del hogar y a la crianza; tachándolas de frívolas aquellas que no compaginan con estos roles de genero del sistema patriarcal.
Nuestra sociedad ha transmitido por cultura la idea de la mujer en un posesionado lugar de administradores del hogar y de cuidadoras, santificando dichos personajes de perfección y pureza; a su vez durante años a minimizado las tareas de la casa, como el cuidado de los hijos. Ciertamente en estos ultimos tiempos se habla de un reconocimiento al mismo, pago justo, cambio de roles de genero, etc. La lucha sigue ahí, en el interior de las mujeres en sentir impostoras en su papel profesional, atribuírselo a la suerte y no reconocer sus capacidad y su entera pasión por seguir sus metas. Es de reconocerse el enorme trabajo que representa para una mujer el llevar a cuestas la doble jornada y no apagar la esperanza de cumplir con sus sueños, sin importar la edad que se tenga.
Sin lugar a dudas, uno de las grandes problemáticas con el Síndrome del impostor es la constante comparativas con otras. Cada una en el ámbito de su competencia y de nuestras pasiones debemos emprender nuestro propio camino. Normaliza nuevas formas de disfrutar o vivir la crianza o incluso no vivirla debería ser una tarea fundamental para todas. Dentro del mundo de la abogacía sabemos que se vinieron tiempo de cambios: criterios de derechos humanos y juicios orales, por lo que demanda una actualización. Las Abogadas deben sentirse seguras que sin importar la edad, pueden desenvolverse en este nuevo sistema, que su capacidad jurídica no se ven opacadas por la edad. No toda mujer joven-adulta esta criando nietos, o pensando en retirarse, también esta logrando sus propias metas y es totalmente capaz de hacerlo.
No se trata solo del vocabulario, ni de un estilo de masculino que debe adoptar la mujer, para sentirse valiosa y segura; se tra de que cada una pueda usar lo suyo propio y brilla con ello. Bandura explica: que si observamos trabajar a personas con habilidades similares o ligeramente superiores, podemos aprender y obtener más información útil sobre nuestras propias capacidades. Entonces la conclusión que deberíamos hacer las mujeres, seria que en vez de compararnos, debemos observar aprender como trabajar, como se van formando, que tenemos en común, y alentarnos a poder lograrlo.
Reconoce tus puntos capacidades, tus habilidades y herramientas, siempre sera lo mejor para cada una de nosotras. Saber que la frase “ eres único e irrepetible”, no son solo letras, si la mujer siempre sabe llenarlas de vida. Aprender de nuestros fracaso también es parte de la reflexión que nos tocada a cada uno como seres humanos, corregir y darnos ánimos para volver a emprender, que no siempre el animo venga de fuera, sino que podamos ser fuente de toda nuestra pasión.
La mujeres de hoy debe preparse, tomar acción, reconocer nuestros éxitos y nuestras fortalezas. Si bien la brecha de genero ha ido en constante transformación, aun falta mucho por lograr, violencias por visibilizar, pero siempre el trabajo empieza con uno mismo. Todas las mujeres somos centros podremos de hermosas creaciones.
Lic. Karla Elizabéth González Ramírez.
Foto: cenitpsicologos.com