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Un emocionante hallazgo arqueológico ha sacudido a la comunidad científica y a los amantes de la historia en Acapulco, México. Arqueólogos han descubierto una ciudad perdida prehispánica que abarca la impresionante extensión de 334 hectáreas, revelando valiosos tesoros del pasado que arrojan luz sobre la antigua civilización que habitó esta región.

La sorprendente zona arqueológica se encuentra a unos 13 kilómetros del centro de Acapulco, un enclave turístico de renombre internacional conocido por sus playas espectaculares. Entre los tesoros desenterrados en esta ciudad antigua se destacan 38 petrograbados, calendarios circulares y la representación de una deidad de la lluvia, lo que sugiere la importancia de los rituales relacionados con el agua y la fertilidad en la cultura local.

Uno de los descubrimientos más notables es un petrograbado que representa un mono, asombrosamente idéntico a uno encontrado en la cultura nazca de Perú. Este hallazgo ha generado teorías intrigantes sobre la posibilidad de que viajeros antiguos hayan transportado estas figuras entre diferentes lugares, lo que podría explicar la similitud entre las representaciones culturales en Acapulco y en otras partes del mundo, como Egipto y América Latina.

El investigador y ambientalista Rubén Mendoza, apasionado de la arqueología, comentó sobre este fenómeno: “Como aficionados que somos de la arqueología, hemos intercambiado formas y figuras que tomamos aquí en el estado de Guerrero y nos han enviado formas iguales que se han encontrado en Perú, en Egipto, en algunos otros lugares de Latinoamérica”.

La zona arqueológica se encuentra en el Cerro de La Bola, donde antes se ubicaba una pirámide de la cultura Yope. Se cree que este lugar se utilizaba para llevar a cabo rituales relacionados con el agua, las lluvias y la fertilidad. La ciudad tiene sus raíces en el periodo Clásico Temprano, alrededor del año 400 d.C., con ocupación continua hasta el Epiclásico (600-900), para finalmente ser abandonada durante el Posclásico temprano (900-1200).

A pesar de los años transcurridos, aún se pueden apreciar restos de vestigios de la civilización que alguna vez se asentó en Acapulco. Sin embargo, muchos de estos restos presentan un gran desgaste debido al ácido y la pintura que a veces les aplican los visitantes.

Para los entusiastas de las actividades extremas, esta zona arqueológica se ha convertido en un lugar predilecto para la escalada debido a su ubicación entre los 25 y 275 metros sobre el nivel del mar, con aproximadamente 3 kilómetros de altura.

Los expertos creen que las piedras en el cerro servían como señalización para los antepasados, marcando lugares de importancia ritual. Para los residentes locales, este lugar se ha vuelto sagrado, y trabajan en colaboración con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para protegerlo de saqueos y vandalismo, garantizando así que las obras rupestres en la zona perduren para las generaciones futuras.

Este descubrimiento arqueológico en Acapulco no solo es un tesoro invaluable de la historia prehispánica, sino también un testimonio de la colaboración entre la comunidad local y los investigadores para preservar y comprender el legado cultural de la región. Este hallazgo promete arrojar nueva luz sobre el pasado de Acapulco y su papel en la rica historia de México.

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